Así como otrora los chamanes y curanderos milagrosos, hoy son los biólogos moleculares y los genetistas los responsables de erradicar todos los males. Y ya no son los sacerdotes los que hablan de la inmortalidad, sino los investigadores. Monstruo deriva de Monstrare: mostrar. Las nuevas utopías son presentadas al público mediante campañas publicitarias sin precedente. Y mientras en los medios se saluda con titulares de primera plana todo progreso, especialmente en la medicina, el lugar de los riesgos y efectos secundarios, tan perjudiciales para el negocio, se reduce a una noticia marginal de la sección científica de los periódicos (siempre y cuando éstos no adquieran dimensiones de catástrofe). Así, cada vez que el Parlamento se ocupa de cuestiones biopolíticas, en la televisión son presentados pacientes dignos de compasión que sufren alguna enfermedad incurable. ¿Acaso hay alguien que se oponga a que se les dé la ayuda que necesitan? ¿Quién quiere socavar la admiración por una industria que está dispuesta a invertir millones a fin de librarlos de su destino, aunque no sea sino en un futuro lejano? Por cierto que el imperativo terapéutico sería más verosímil si se tratara de enfermedades como la malaria o la tuberculosis, que año tras año cobran millones de muertes y cuyo combate apenas si progresa. La ponderación de resultados no parece jugar aquí ningún papel. Eso hace despertar la sospecha de que aquello de lo que en realidad se trata poco tiene que ver con el juramento hipocrático y sí mucho con un proyecto con más futuro: la re-creación de la especie.1. 1.Enzensberger, Hans Magnus. La Nueva Utopía, Sobre la mas reciente revolución científica |